La evolución del microprocesador ha sido exponencial, pasando de estar compuesto por 3 millones de transistores en 1993 a contener 291 millones de transistores en 2007.
El microprocesador se encarga de recibir toda la información proveniente de los periféricos de entrada, procesarla y enviar los resultados a los periféricos de salida.
El chip está recubierto por una cápsula cerámica que lo protege. En su parte inferior dispone de cientos de patas, o pines, que sirven para conectarlo con el resto de componentes del ordenador.
El microprocesador se coloca en la placa base, en un zócalo preparado especialmente para acogerlo y que permite que pueda ser sustituido fácilmente en caso de necesidad. Este zócalo tiene tantos agujeros como patas tiene el microprocesador, colocados de tal forma que cada pata del chip entra exactamente en el agujero correspondiente del zócalo. La comunicación con el resto de componentes del ordenador se realiza a través de la placa base.
Como consecuencia del funcionamiento de los millones de transistores que hay en su interior, el microprocesador se calienta mucho. Para mantenerlo a una temperatura adecuada y evitar que se deteriore, es necesario enfriarlo con un ventilador que se instala encima del chip
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